Visiones más asépticas del concepto conciben la apostasía como el procedimiento por el cual se abandona la pertenencia a la Iglesia Católica después de haber entrado a formar parte de ella mediante el bautismo. Pero es necesario señalar, que el término no es propiedad exclusiva del catolicismo y que puede ser entendido como la negación, renuncia o abjuración a la fe de cualquier religión.
Hay muchas razones por las cuales se puede apostatar. Albert Riba, presidente de la Unión de Ateos y Librepensadores (UAL), se atreve a clasificar a los apóstatas en varios grupos: “en primer lugar están los que, marcados por la Guerra Civil, buscan la satisfacción de demostrar que no están del lado de la Iglesia; también están los que cuando escuchan algunas de las barbaridades que dicen Rouco Varela, el arzobispo de Valencia, el de Madrid… deciden apostatar en forma de venganza; y luego hay apóstatas racionalistas, que son quienes piensan que cuantos menos fieles registrados tenga la Iglesia, menos dinero y fuerza política tendrá”. No obstante, Riba también indica que hay que tener en cuenta que la mitad de las apostasías realizadas en España se deben a cambios de religión y no a la renuncia total a cualquier fe.
¿Cómo de organizado está el movimiento pro-apostasía en España?
Por la información que tengo de primera mano, hay cientos de personas que la solicitan a nivel individual, y creo que son el segmento más importante de apóstatas. Luego hay una diversidad de pequeños grupos, teñidos de ideologías y de motivaciones muy diferentes, que intentan propiciar la apostasía e incluso promueven apostasías “masivas”. Las relaciones entre esos grupos se producen a partir de la Red, pero no parece que tengan intención de aunar esfuerzos, cada cual va por libre.
¿Qué utilidad tiene Internet para dicho movimiento?
Es su principal fuente de datos, asesoría y vía de contactos.
Como especialista en religión, ¿en qué medida sigue la Iglesia Católica concibiendo la apostasía como una herejía o un delito?
La Iglesia católica, como toda institución de poder, en este caso con un poder que fue totalitario y que tiene aspiración de recuperar, no comprende, ni gusta, ni facilita que la gente sea crítica con lo que es o hace, por eso se opone con uñas y dientes a la apostasía. La dificulta con mil trabas burocráticas y se opone a ella en los tribunales, aunque debe señalarse que esa oposición es más brutal en las diócesis más ultraconservadoras mientras que en otras se facilita el trámite sin problemas.
La iglesia, como institución, no admite que entre la ciudadanía haya un estado de conciencia diferente al que ella marca como único y deseable; lo tiene que soportar para poder seguir medrando dentro de los estados democráticos, pero detesta profundamente esa libertad de conciencia y los derechos que le van aparejados.
La aceptación normalizada de la apostasía por parte de la Iglesia Católica, ¿no podría modernizar la imagen de la institución religiosa?
Me resulta indiferente que la Iglesia modernice o no su imagen, pero lo que es una obligación indiscutible es que la Iglesia debe cumplir las leyes vigentes, y eso no lo hace en muchas ocasiones y ámbitos. La apostasía es uno de ellos. Toda institución decente, honesta y democrática debe tener los mismos mecanismos para afiliarse que para desafiliarse, pero esta condición no se da en la Iglesia católica.
En el Catecismo actual se afirma en muchos de sus puntos que el Bautismo supone la incorporación a la Iglesia (por ejemplo, en el 1267 se dice que "El Bautismo hace de nosotros miembros del Cuerpo de Cristo (...) El Bautismo incorpora a la Iglesia..."; en el 1273 se dice "Incorporados a la Iglesia por el Bautismo, los fieles han recibido el carácter sacramental que los consagra para el culto religioso cristiano...") y en el Código de Derecho Canónico vigente, en su Título I, denominado "De las obligaciones y derechos de todos los fieles", se enumeran las obligaciones que le corresponden a todo bautizado... en resumen, que por el bautismo se entra a formar parte como miembro activo de una organización que tiene derechos y deberes a partir del acta de aceptación de membresía (bautismo) y la Ley obliga a que una tal organización tenga un proceso claro, rápido y gratuito para desasociarse y rectificar los datos personales que tengan de uno. Apostatar de la Iglesia no tiene que ser diferente a darse de baja de un club deportivo, aunque en realidad no es así y ésta pone muchas pegas argumentando tonterías diversas de escaso o ningún fundamento.
¿Deben las Instituciones Públicas fomentar o facilitar la apostasía? ¿Lo hacen suficientemente en la actualidad?
La apostasía es un derecho individual y, por ello, deben ejercerlo individualmente quienes lo consideren pertinente, sin ningún tipo de intromisiones ajenas de las instituciones públicas. La Administración sólo debe ocuparse de que el derecho a apostatar, eso es a que en los registros de la Iglesia figure la salida como miembro donde se constató el ingreso, sea un derecho posible, que se permita sin trabas, con rapidez y sin coste alguno.
¿Hay suficiente información para el ciudadano en este sentido?
La hay, aunque el ciudadano medio la ignore completamente. Toda la información necesaria, y mucha más, está accesible en la Red.
Iñaki Sanjuán Pérez
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