lunes, 24 de noviembre de 2008

Cerca de 4 millones de españoles padecen algún tipo de discapacidad

“Don Juan, don Juan quiero globo, ¿por qué no me da usted un globo?”, Gemita se acerca cariñosamente a Juan Agudo presidente de la Asociación de Padres de Amigos de Niños Diferentes de Getafe. Gemita es una joven, de no más de 30 años, con síndrome de Down. Como ella en el complejo que APANID tiene en Getafe viven 1356 personas, todas ellas con algún tipo de discapacidad. En toda España 3.847.900 personas conviven con algún tipo de discapacidad, lo que supone el 8,5% de la población, según el Instituto Nacional de Estadística. El próximo 3 de diciembre se celebrará el Día Internacional de la Discapacidad.

Todo el complejo es como un pequeño pueblo, no en vano tiene más de 30.000 metros cuadrados. Ellos son como una gran familia. Las instalaciones del centro están divididas por pabellones que atienden las necesidades específicas de cada uno de ellos. La visita al centro dura 3 horas, pero al poco se tiene la sensación de conocerlos, de haber vivido con ellos. Son cariñosos, amigables acogen al que viene de fuera como a uno más de ellos.

Llevan una vida completamente normal. La asociación tiene una estructura básica dentro de la cual se van integrando las personas atendiendo a sus necesidades. La filosofía de la asociación es prestar ayuda al discapacitado desde que nace hasta que muere.

En los primeros años los niños asisten a un colegio especial. Cuando cumplen 18 años se pasa a otro nivel. Si las posibilidades intelectuales de la persona lo permiten se integra en un taller ocupacional. Allí se les enseña un oficio y se les prepara para una futura inserción en el mercado laboral. Cuando el nivel intelectual es demasiado bajo, son atendidos en el Centro de Día donde se les enseña cosas prácticas y hábitos básicos de la vida: “Comer, hacer caca y pipi son fáciles, pero hay que saber hacerlo”, apunta el presidente de APANID.

Durante la visita uno de los internos, Paco, está continuamente observando. Lleva cogida una mochila de la que no se separa. “Hoy está de malas pulgas”, comenta una de las trabajadoras del centro. Le llama cariñosamente “El pulguitas”. “El Pulguitas” apenas habla, sólo observa, no se despega de su mochila y camina por las instalaciones mirando a todo aquel que se encuentra en las inmediaciones. “Se ha apuntado a un viaje que haremos a Tenerife, ¿pero cómo lo vamos a llegar? ¡Te imaginas la que se podría liar en el aeropuerto al pasar el control de equipaje si no quiere dejar que nadie toque la mochila!, comentan los trabajadores entre ellos.

El ambiente que se respira es el de una gran familia. Juan Agudo conoce la historia de cada uno de ellos. De algunos, incluso, posee la tutela legal. Es como un padre para cada uno de ellos. Algunos viven en APANID en régimen de internado. No son la mayoría. Lo normal es que acudan al centro a las 9 de la mañana y se marchen a sus casas a las 5 de la tarde. Pero los que residen allí se muestran muy contentos. Viven en chalets que comparten con compañeros. Como si fuera la plaza de un pueblo, las casas se sitúan a los lados. En un lado viven los mayores de 45 años y en el otro los menores de 45. Todos se reúnen en la plaza y comentan sus historias..
En todo momento están atendidos por el personal de la asociación. Son más de 600 profesionales: psicólogos, educadores sociales, psicólogos, cuidadores… que velan para que nos les falte de nada. Pero en APANID también hay personas con graves problemas de discapacidad. Son los llamados enfermos profundos. “Tienen una vida contemplativa”, añade Agudo. Ellos viven en otro centro donde pueden recibir cuidados más específicos.

La familia juega un papel muy importante para los enfermos. En ocasiones los familiares se desentienden de ellos. Acuden al centro para reclamar el dinero acumulado en las cartillas de sus familiares. Un dinero que no es poco. La plaza en APANID es gratuita, depende de la Comunidad de Madrid. El enfermo no tiene que pagar por vivir en el complejo y su familia tampoco. Durante la estancia en el centro continúan recibiendo la pensión por discapacidad.

Pero, “Para los enfermos su verdadera familia es esta”, apunta Agudo. Paquito tiene Síndrome de Down. Tiene en mente que su hermana Mari Luz va a venir a verle en Semana Santa. Él siempre tiene este pensamiento y durante esas fechas se pone muy contento. Pero las Semanas Santas han pasado y su hermana no ha ido a verle. Sin embargo, cuando llega esa época Paquito sigue manteniendo la esperanza. Este año, por fin, su hermana fue a visitarle. La visita tenía un interés, pensaba que con la Ley de la Dependencia recibiría algún tipo de compensación por tener un hermano discapacitado.

Cae la tarde en Getafe, muchos de ellos están reunidos en la plaza del complejo. Se escuchan sus risas. Otro día que llega a su fin, una jornada dura en la que han trabajado, estudiado… una jornada dura como la de cualquier otra persona.
Isabel Barrena

martes, 18 de noviembre de 2008

La periodista Pilar Requena habla en la UC3M sobre la situación de Georgia



El pasado agosto un nuevo conflicto entre Georgia y Rusia levantaba polvareda. Numerosas acusaciones cruzadas hacían incomprensible para el resto del mundo una nueva guerra. Osetia del Sur era la tierra de disputa, todos mirábamos en el mapa dónde estaba el país de la discordia. Mientras, la periodista de TVE Pilar Requena viajaba a Georgia como enviada especial para retransmitir los hechos a nuestro país.



El pasado miércoles Requena visitó la Universidad Carlos III de Madrid para ofrecer una conferencia sobre Georgia y el conflicto de este agosto. La experimentada periodista dió pistas para entender la ofensiva y explicó la situación actual que se está viviendo en el lejano país. También habló de las vivencias personales como periodista en los difíciles momentos que allí se estaban atravesando. El acto fue organizado por la Asociación para las Naciones Unidas y el Derecho Internacional (ANUDI) dentro de un ciclo de conferencias titulado "¿Segunda Guerra Fría?" .

"Nadie ha hablado de una limpieza étnica, pero la ha habido", señalaba con rotundidad Pilar Requena. La limpieza étnica se ha basado en "un desplazamiento masivo de la población". La periodista de TVE denunciaba las violaciones de derechos humanos que se llevaron a cabo en aquella zona. La tardanza de las misiones de la ONU, las limitaciones para la ayuda humanitaria y la falta de legalidad internacional fueron algunos de los asuntos que Requena puso encima de la mesa.


"Sufro más como ser humano que como periodista", señalaba. Contaba con estermecedor realismo como se encontró con una anciana de 82 años sorda y desorientada, con solo una muda en una bolsa de plástico, vagando por solitarios caminos. Relataba con indignación qué no sabía que hacer con ella porque la ayuda humanitaria no podía pasar y, por tanto, no sabía a donde llevar a esa pobre mujer. Con gran indignación, Pilar Requena hablaba a su auditorio y afirmaba que pudo comprobar como se asaltaban casa mientras los militares rusos miraban hacia otro lado.

No lo niega. A TVE le llegaron muchas protestas sobre la información del conflicto que Requena trasladaba desde Georgia. "Las críticas a los medios de comunicación fueron fuertísimas ya que se afirmaba que solo estábamos a un lado", señalaba. Mentiras, obstáculos y propaganda fue lo que se encontró Pilar Requena en Osetia. Para evitar entrar en el juego político, asegura que ella solo intentaba reflejar lo que estaba viendo. "Ya lo sé que me están engañando pero debes intentar ser ética con la audiencia" y añadía, "cuento lo que me encuentro y si eso le sentía mal a los rusos que se fastidien". Al hablar de la frustación como profesional volvió a puntualizar que es aún mayor "cuando no se deja entrar a la cruz roja o cuando se maltrata a la gente".

Esta veterena en el mundo periodístico dejó una lección magistral: "soy periodista así que tengo todo el derecho del mundo a ser impertinente".



Irene Fernández

lunes, 10 de noviembre de 2008

Centenares de mujeres afganas mueren al año quemadas vivas


La autoinmolación es la opción que muchas mujeres afganas adoptan para escapar de un infierno de discriminación y maltrato. En 2006, sólo en la región de Herat (Afganistan), murieron 700 mujeres tras rociarse ellas mismas su cuerpo con combustible y prenderse fuego. Estas mujeres no encuentran otra manera de huir, la muerte es lo único que ansían. Sin embargo, muchas de ellas sobreviven y cerca del 98% vuelven al entorno familiar donde han sido maltratadas y vejadas. Cada mujer, cada caso, cada quemadura lleva una historia, un miedo, un golpe...

La Asociación de Cooperación para Afganistan (ACAF) de Cataluña lleva a cabo en aquél país un proyecto de ayuda a las mujeres afganas autoinmoladas con fuego. Allí trabajan en la unidad de quemados de un hospital donde muchas mujeres acuden con más del 70% de su cuerpo quemado. ACAF ha elaborado un estudio de campo de las causas que llevan a las mujeres a afganas a quemarse vivas. El perfil y la situación de esas mujeres es terrorífica.

El 85% de las mujeres afganas son analfabetas, el 57% están casadas antes de los 16 años, y cerca del 80% de esos matrimonios son forzosos. En el escenario de un país devastado por guerras y opresión, las mujeres y niñas afganas viven excluidas de la vida económica, política, legal, y social del país. Pero no solo eso, viven dentro de su propio hogar sometidas a prácticas tradicionales y culturales arcaicas que les arrebatan su libertad y, la mayoría de las veces, hasta su dignidad. Las cosas cambian, pero muy despacio. Actualmente, el 60% de las niñas de entre 7 y 13 años todavía no están escolarizadas. ACAF, en su estudio, señala que "según todas las fuentes de verificación disponibles, las violaciones de los derechos humanos y la violencia contra la mujer son generalizadas y constantes y reclaman una rápida y efectiva intervención por parte del gobierno y de la comunidad internacional". Las mujeres necesitan ayuda, sino la reciben buscan una salida, aunque ésta sea prenderse fuego.



Por la puerta del hospital en el que la asociación catalana trabaja, entran centenares de mujeres que no han encontrado otra salida. Son todas ellas mujeres distintas, pero comparten todas ellas una historia similar y trágica. Más del 80% de esas mujeres han sufrido violencia física y psicológica de forma continuada en el entorno familiar. Al contrario de lo que podamos pensar, solo el 32% recibieron el maltrato en manos de su marido, ya que más de la mitad lo obtuvo por parte de la familia política. A pesar de esto, más del 70% acudió al centro médico escoltadas por mujres de la familia política. Ingresadas y sufriendo dolores terribles muchas son amenazadas con no facilitarles calmantes si cuentan que han sufrido maltratos.

El 73% de esas mujeres que quieren morirse entre llamas, tienen enre 15 y 25 años. Poseen una vida por delante, pero desean no tenerla. Así, de ese modo, no.

El corresponsal de guerra David Beriain se hace eco en su blog publicado en el diario ADN de esta nefasta situación. Es ahí donde publica un video, "Llovieron lágrimas sobre mi cuerpo" que, como él mismo dice, deja sin palabras.










Irene Fernández

martes, 4 de noviembre de 2008

La apostasía, de moda


Según el canon 751 del Código de Derecho Canónico de 1983, todavía vigente, la apostasía es el rechazo total de la fe cristiana. De ahí que el mismo código se refiera a la apostasía como un delito. Por su parte, el Catecismo de la Iglesia Católica, en el punto 817, la considera como una ruptura que lesiona la unidad de la Iglesia junto con la herejía y el cisma. Se trata de un pecado de extrema gravedad, al no rechazar un dogma de fe concreto, como en el caso de la herejía, sino negar voluntariamente la fe cristiana por completo.

Visiones más asépticas del concepto conciben la apostasía como el procedimiento por el cual se abandona la pertenencia a la Iglesia Católica después de haber entrado a formar parte de ella mediante el bautismo. Pero es necesario señalar, que el término no es propiedad exclusiva del catolicismo y que puede ser entendido como la negación, renuncia o abjuración a la fe de cualquier religión.

Hay muchas razones por las cuales se puede apostatar. Albert Riba, presidente de la Unión de Ateos y Librepensadores (UAL), se atreve a clasificar a los apóstatas en varios grupos: “en primer lugar están los que, marcados por la Guerra Civil, buscan la satisfacción de demostrar que no están del lado de la Iglesia; también están los que cuando escuchan algunas de las barbaridades que dicen Rouco Varela, el arzobispo de Valencia, el de Madrid… deciden apostatar en forma de venganza; y luego hay apóstatas racionalistas, que son quienes piensan que cuantos menos fieles registrados tenga la Iglesia, menos dinero y fuerza política tendrá”. No obstante, Riba también indica que hay que tener en cuenta que la mitad de las apostasías realizadas en España se deben a cambios de religión y no a la renuncia total a cualquier fe.


En la actualidad, España es el país con un mayor índice de apostasías anuales y las solicitudes aumentan exponencialmente. En el primer semestre de 2008, la Agencia Española de Protección de Datos (AEPD) recibió 529 peticiones, más del doble que en el mismo periodo del pasado año, según explica el director de la agencia Artemi Rallo. Las bodas civiles se han duplicado en 10 años, según datos del Instituto Nacional de Estadística, también han aumentado los hijos nacidos fuera del matrimonio, mientras que disminuyó el porcentaje de niños bautizados.

Los medios de comunicación se han hecho eco en los últimos tiempos de iniciativas como la Oficina de Defensa de los Derechos y Libertades Públicas de Rivas-Vaciamadrid o los ‘bautizos civiles’ de municipios como Igualada (Barcelona) o El Borge (Málaga). También de sucesos como el de las dos hermanas que denunciaron al cura de su antigua parroquia por desvelar en misa su abjuración de la fe católica; y los procesos judiciales abiertos en torno a la apostasía, como en el caso de la última sentencia del Tribunal Supremo que exime al Arzobispado de Valencia de anotar las renuncias en los registros parroquiales al no considerarlos ficheros, y el recurso que la fiscalía esta dispuesta a presentar incluso ante el Tribunal Constitucional.

Pepe Rodríguez, Doctor en Psicología por la Universidad de Barcelona y especialista en religión y sectas entre otras materias, aclara en esta breve entrevista algunas de las claves de la actual situación de la apostasía en España:

¿Por qué una persona tiene la necesidad de apostatar si simplemente con su convicción ya está renunciando a la religión?

Muchos de los apóstatas no son ateos, los hay incluso que son creyentes cristianos, pero que están asqueados de la Iglesia católica. En general, la “necesidad de apostatar” viene dada por la necesidad de hacer público, ante la Iglesia, su rechazo por lo que es y representa. Es más una actitud de denuncia de una institución de poder que una formalización de un estado de conciencia.

¿Cuál es la situación de la apostasía en España?

Desordenada, desorganizada, minoritaria y dificultada, tanto en España como en los países latinoamericanos en los que este movimiento está presente.

¿Cómo de organizado está el movimiento pro-apostasía en España?

Por la información que tengo de primera mano, hay cientos de personas que la solicitan a nivel individual, y creo que son el segmento más importante de apóstatas. Luego hay una diversidad de pequeños grupos, teñidos de ideologías y de motivaciones muy diferentes, que intentan propiciar la apostasía e incluso promueven apostasías “masivas”. Las relaciones entre esos grupos se producen a partir de la Red, pero no parece que tengan intención de aunar esfuerzos, cada cual va por libre.

¿Qué utilidad tiene Internet para dicho movimiento?

Es su principal fuente de datos, asesoría y vía de contactos.

Como especialista en religión, ¿en qué medida sigue la Iglesia Católica concibiendo la apostasía como una herejía o un delito?

La Iglesia católica, como toda institución de poder, en este caso con un poder que fue totalitario y que tiene aspiración de recuperar, no comprende, ni gusta, ni facilita que la gente sea crítica con lo que es o hace, por eso se opone con uñas y dientes a la apostasía. La dificulta con mil trabas burocráticas y se opone a ella en los tribunales, aunque debe señalarse que esa oposición es más brutal en las diócesis más ultraconservadoras mientras que en otras se facilita el trámite sin problemas.

La iglesia, como institución, no admite que entre la ciudadanía haya un estado de conciencia diferente al que ella marca como único y deseable; lo tiene que soportar para poder seguir medrando dentro de los estados democráticos, pero detesta profundamente esa libertad de conciencia y los derechos que le van aparejados.

La aceptación normalizada de la apostasía por parte de la Iglesia Católica, ¿no podría modernizar la imagen de la institución religiosa?

Me resulta indiferente que la Iglesia modernice o no su imagen, pero lo que es una obligación indiscutible es que la Iglesia debe cumplir las leyes vigentes, y eso no lo hace en muchas ocasiones y ámbitos. La apostasía es uno de ellos. Toda institución decente, honesta y democrática debe tener los mismos mecanismos para afiliarse que para desafiliarse, pero esta condición no se da en la Iglesia católica.

En el Catecismo actual se afirma en muchos de sus puntos que el Bautismo supone la incorporación a la Iglesia (por ejemplo, en el 1267 se dice que "El Bautismo hace de nosotros miembros del Cuerpo de Cristo (...) El Bautismo incorpora a la Iglesia..."; en el 1273 se dice "Incorporados a la Iglesia por el Bautismo, los fieles han recibido el carácter sacramental que los consagra para el culto religioso cristiano...") y en el Código de Derecho Canónico vigente, en su Título I, denominado "De las obligaciones y derechos de todos los fieles", se enumeran las obligaciones que le corresponden a todo bautizado... en resumen, que por el bautismo se entra a formar parte como miembro activo de una organización que tiene derechos y deberes a partir del acta de aceptación de membresía (bautismo) y la Ley obliga a que una tal organización tenga un proceso claro, rápido y gratuito para desasociarse y rectificar los datos personales que tengan de uno. Apostatar de la Iglesia no tiene que ser diferente a darse de baja de un club deportivo, aunque en realidad no es así y ésta pone muchas pegas argumentando tonterías diversas de escaso o ningún fundamento.

¿Deben las Instituciones Públicas fomentar o facilitar la apostasía? ¿Lo hacen suficientemente en la actualidad?

La apostasía es un derecho individual y, por ello, deben ejercerlo individualmente quienes lo consideren pertinente, sin ningún tipo de intromisiones ajenas de las instituciones públicas. La Administración sólo debe ocuparse de que el derecho a apostatar, eso es a que en los registros de la Iglesia figure la salida como miembro donde se constató el ingreso, sea un derecho posible, que se permita sin trabas, con rapidez y sin coste alguno.

¿Hay suficiente información para el ciudadano en este sentido?

La hay, aunque el ciudadano medio la ignore completamente. Toda la información necesaria, y mucha más, está accesible en la Red.


Iñaki Sanjuán Pérez